Seguimos a vueltas con
la participación de los roles o Yo Auxiliares no profesionalizados en grupos
terapéuticos naturales, seguimos experimentando cómo supone una dificultad de
especial relevancia durante gran parte del desarrollo de los grupos. En nuestra
experiencia nos cuesta mucho esfuerzo y muchas sesiones llegar a que el
psicodrama en el que intervienen exclusivamente roles auxiliares del propio
grupo natural, que no han sido entrenados, realmente comience a rodar
fácilmente.
Ya en el comentario del
27 de febrero, que tuvo su segunda parte el 17 de mayo de 2012, reflexionamos
sobre esta dificultad y aportamos lo que entonces eran nuestra visión, unos
meses después, con otra experiencia acumulada, nos parece interesante volver
sobre el tema con una visión quizás más pragmática sobre cómo hacer para favorecer
el proceso.
Lo cierto es que pese a
considerar las posibles ventajas de los roles auxiliares entrenados, o
profesionalizados, la realidad es que frecuentemente, en los grupos de terapia
naturales, no es posible contar con “profesionales
del rol titulados”, no teniendo más alternativa que recurrir a los propios
miembros del grupo para desarrollar todos los roles, desde el doble del
protagonista hasta los roles más abstractos e inmateriales, aunque esto también
aporta importantes ventajas de las cuales nos gusta destacar que realmente nos comprometemos
con una terapia de grupo con el grupo y para el grupo, siendo el modo más
efectivo de lograr que el psicodrama sea la terapia del grupo en el mejor de
los sentidos propuesto por Moreno.
Tal y como comentamos
en las anteriores reflexiones se hace necesario cierto entrenamiento de todos
los miembros del grupo en el desempeño de roles, entrenamiento que realizamos
en el grupo y forma parte de su desarrollo; en su momento proponíamos
determinados juegos preparatorios con el desarrollo de pequeñas escenas o
viñetas que ayuden a entender la dinámica del desempeño del rol y a coordinar
la acción desde las indicaciones del Director (consultar entrada del 17 de mayode 2012).
Pero tal y como lo
venimos experimentando esto, aunque necesario, no es suficiente, consideramos
esencial cuidar la preparación y adoctrinamiento necesario de quien es llamado
a representar un doble del protagonista o un rol auxiliar, en el momento en que
ya es incorporado a un psicodrama completo.
Los riesgos constatados
en la ejecución por parte de los roles auxiliares naturales son fenómenos tales
como la distorsión del contenido y de las emociones asociadas, la invasión del
rol, la sobreactuación, la contaminación del rol desempeñado con roles propios,
la confusión del rol desempeñado con otros presentes en la escena, la
distracción y extravío en la situación, la usurpación del rol del director, la
intromisión de indicaciones y consejos para el protagonista, etc. Son muchas
las posibles interferencias, lógicamente el Director estará atento para
reconducir cualquiera de estas alteraciones, pero no siempre es fácil y desde
que se presentan entorpecen el desarrollo del psicodrama, en el mejor de los
casos lo hacen más lento y frecuentemente pueden llegar a bloquearlo sin que el
director pueda manejar a la vez la dirección de los roles auxiliares, del
protagonista y de la propia acción del psicodrama en curso.
Es por ello que
consideramos muy importante anticiparse a cualquiera de estos problemas
dedicando a tal fin un cuidado y tiempo especial en la incorporación a escena
de cada uno de los roles auxiliares que van siendo elegidos por el
protagonista. Es importante empezar bien para que luego la escena fluya bien.
Para ello proponemos
una técnica adecuada para la incorporación de roles auxiliares a la escena a
través de la cual queremos hacer tres cosas:
1.- La insaculación del Rol.
2.- Dar una Directriz genérica para la acción.
3.- Sintonizar la Empatía del auxiliar con la escena protagonista.
De un modo u otro el
Director debe saber trasladar o más bien implantar estas directrices en la
incorporación de cada rol a la escena. En los 30 a 60 segundos que puede durar la
incorporación de todos y cada uno de los roles auxiliares el director debe ser
capaz de incorporar estas tres cosas.
Un ejemplo de cómo
hacerlo:
Director: Quien podría representar el papel de Don
Antonio.
Protagonista: …Hum… podría ser Manuel…
Director: Por favor Manuel, estaría bien para ti hacer
el papel de Don Antonio.
Manuel: Esta bien… lo podría hacer.
Director: Bien acércate aquí. Ahora vas a desempeñar el
papel de Don Antonio. [Realmente] Vas
a ser Don Antonio (insaculación del rol). Por un momento deja a un lado tu
propio modo de ser, ahora serás Don Antonio a todos los efectos, pensarás y
sentirás como él (directriz genérica de actuación). Pero no sabemos como actúa
Don Antonio, para que puedas ser Don Antonio, Juan [el protagonista] nos va a mostrar como actúa Don Antonio, observa
atentamente como nos lo muestra Juan y trata de sentir las emociones que nos
trae Juan y las que siente Don Antonio (Sintoniza la empatía).
Director: Juan, por favor, nos puedes mostrar cómo
actúa Don Antonio, toma su rol y muéstranos cuál es su respuesta a esta
situación, por favor, sitúate en el lugar que ocupa Don Antonio y muéstranos
como es su respuesta. Manuel percibe atentamente la actuación de Don Antonio.
Juan: ejecuta el rol de Don Antonio… (con las indicaciones
precisas del director hasta su conclusión)
Director (dirigiéndose a Juan): Bien Don Antonio, por
favor, ocupe su lugar en la escena realice su actuación tratando de sentir como
se siente Vd. respecto a esta situación y como se siente Juan al respecto
(reiteración para sintonizar la empatía). Juan ocupa tu posición y desde ahí
veamos lo que sucede.
El gran desafío del
Director es trasmitir toda la fuerza del rol en una concisa y muy breve
intervención pero de una importancia crucial para que el rol auxiliar “entre” realmente en su papel.
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