El poder del Cambio de Rol
Está bien establecido y es comúnmente aceptado que el “Cambio de Rol” a lo largo del desarrollo de la escena psicodramática constituye el mayor potencial y poder de cambio terapéutico en el psicodrama mismo y en la terapia Psicodramática.
Cada escuela de psicoterapia
se apoya en un proceso de cambio propio. En la terapia se actúa de diversas
maneras para promover el cambio terapéutico, aquello que hace que la persona
tome conciencia de alternativas y nuevas formas de afrontar determinados
problemas y encontrar sus soluciones. Para lograr tal resultado cada
escuela usa mecanismos, medios, métodos particulares que tratan de poner en
marcha el proceso de cambio postulado por su propia teoría.
Así, por ejemplo, en el
psicoanálisis clásico, el proceso de cambio subyacente es la elaboración
analítica del material que aporta el paciente en la terapia, esto es lograr un
nuevo significado para las ideas, preocupaciones, emociones, relaciones o
acciones del paciente.
En la Psicoterapia
Centrada en el Cliente, el proceso de cambio es de tipo narrativo, la propia
narración del Cliente es la que hace descubrir las potencialidades no
actualizadas del Cliente y liberar su potencial para el cambio auto-curativo.
En la Psicoterapia de
tipo Gestáltico, el proceso de cambio se basa en la sucesiva entrada y salida
del foco de atención de cada problema para poder observar las figuras
relevantes en relación con su fondo en cada curso de acción.
Por su parte en la
Terapia Cognitivo Conductual, es el cambio de las condiciones antecedentes y
consecuentes de las conductas problemáticas lo que conseguirá cambiar esas
conductas que incapacitan, causan daño y sufrimiento.
En nuestro caso, en el
psicodrama el más poderoso mecanismo de cambio es el que se pone en marcha a
través del “Cambio de Rol”, siguiendo las ideas de Moreno, es cuando me
pongo en los zapatos del otro y tomo sus ojos para ver con ellos y al mismo
tiempo le doy mis ojos para que pueda ver como yo veo, es cuando la escena cambia
completamente. Mi “material” y su “material” cambian de lugar y adquieren un
nuevo sentido, mi narrativa y su narrativa se combinan para generar una nueva
narrativa integrativa de una nueva realidad que es el tu y yo relacional se
hacen figura sobre un nuevo fondo, figura que es completa y compresiva de la
realidad total, en la que las condiciones de la conducta tienen una nueva
lectura y un nuevo efecto que necesariamente conlleva al ajuste de las
consecuencias y su reinterpretación.
Ciertamente el Cambio
de Rol dentro de la teoría clásica Moreniana, es un mecanismo de cambio muy
poderoso que puede integrar muchos de los mecanismos postulados y usados en
otras teorías de la Psicoterapia.
Pero desarrollar, de
modo apropiado, el Cambio de Rol de modo intensivo a lo largo de la dramatización
no es tarea fácil. Se hace lento y puede ser pasado, ya que implica una cuidada
sistemática para que cada rol sea introducido desde su ejecución.
En el desarrollo del
psicodrama es fuerte la tentación de abreviar y tomar el atajo de la explicación
del rol en lugar de la ejecución del rol. Pero, no es lo mismo, será
más rápido, pero no es igual y no tiene el mismo efecto.
Por eso se hace
necesario tomarse el tiempo necesario y dejar que las escenas se monten, organicen
y desarrollen, a su ritmo, desde el protagonista dando tiempo suficiente para
que pueda introducir el personalmente y desde su actuación todos y cada uno de
los roles que van a participar.
No basta que el
protagonista desde su puesto nos explique cómo es el rol de quien es llamado a
intervenir para que seguidamente lo represente un Yo Auxiliar, esto puede dar
la falsa apariencia de que el psicodrama se organiza de modo efectivo, el Yo
Auxiliar puede comprender muy bien el rol asignando y hacer una interpretación escénica
impecable, pero la interpretación escénica, por buena, emotiva y bella que sea
no es lo que propiciará el cambio en el protagonista, lo que es al fin, el propósito
del psicodrama.
Al hacer que el
protagonista salga de su propio papel, tenga un movimiento real y físico para
adoptar otra posición y desde ella muestre como actúa cada nuevo personaje,
estamos comenzando a tener terapia, el protagonista no solo nos está mostrando
como es el personaje sino que ya desde este momento está tomando su posición y
percibiendo algo nuevo desde el punto de vista del personaje, algo que muy
probablemente nunca antes había tenido ocasión de sentir. Es que ya está
percibiendo y sintiendo como actúa esta persona y empezando a ver la realidad
desde sus zapatos y con sus ojos.
Y si en la introducción de cada persona en la
escena psicodramática es importante que la realice el protagonista no simplemente
explicando el rol, sino mostrando como es, aún es mucho más importante en todo
el desarrollo de la escena psicodramática.
Es frecuente y una gran
tentación dejar que el protagonista desde su rol aporte explicaciones sobre lo
que hizo o debería haber hecho uno u otro de los participantes, fácilmente el
Yo Auxiliar puede tomar al vuelo estas indicaciones e incorporarlas en la
escena con gran realismo y fuerza dramática, pero ¿es esto terapéutico? Más
bien no o al menos débilmente terapéutico.
Por el contrario, es un
esfuerzo de dirección, quizá la mayor habilidad del Director de Psicodrama, ser
capaz de modificar estas explicaciones, pidiendo sistemáticamente y de modo
continuo al protagonista que deje su Yo Auxiliar en su lugar de la escena y que
pase a ocupar cada uno de los roles para mostrar lo que piensan sienten y actúan
de un modo completamente integrado y desde sí mismo. Esta fórmula es útil en la
introducción de los personajes y preparación inicial de la escena.
Pero conforme avanza el
Psicodrama, hay otro aspecto práctico importante en el desarrollo Clásico
Moreniano, es como abordar el cambio de rol en la elaboración del núcleo
conflictivo de la escena. En este caso, cuando el psicodrama profundiza en la
escena, se han introducido los roles y se ha establecido al dinámica de
relación e interacciones entre los distintos roles, normalmente nos centramos
en las interacciones más nucleares del conflicto subyacente.
Seguimos apoyándonos intensivamente
en el cambio de rol. Pero en este puto tenemos dos alternativas técnicas que
dan lugar a un desarrollo y resultado diferente, podemos conducir el psicodrama
de dos modos:
A) Como
en la introducción de roles, en la interacción del protagonista con los otros
roles, realizamos el cambio de rol, haciendo que el protagonista asuma el rol
de la otra parte y dejando al Doble Auxiliar del Protagonista en su lugar
mientras el Yo Auxiliar observa desde fuera para luego reproducir la acción
mostrada.
B) Se
realiza un cambio de rol completo, el Protagonista asume el rol del otro
mientras el Yo auxiliar que lleva ese rol toma el rol del protagonista, a su
vez el Doble Auxiliar del Protagonista acompaña y presta soporte emocional al
protagonista en el rol que asume participando de la vivencia del protagonista
desde el rol auxiliar.
Quizá pueda parecer una
diferencia sutil de poco impacto ya que al fin lo importante es que el
protagonista asuma el rol de la otra parte. Pero la realidad nos muestra que
tiene un impacto más importante de lo que puede parecer y que tal y como
introduce Moreno la segunda forma es mucho más eficaz y coherente, con mayor
poder terapéutico ya que el intercambio completo de rol es lo que mejor ayuda a
ver la situación desde el otro punto de vista.
En el segundo caso
realmente se da el cambio completo, te doy mis ojos y tomo los tuyos, en el primer
caso se da un cambio incompleto, tomo tus ojos y te aparto a un lado.
En apoyo del primer
método puede parecer que sea más fácil, evita confusiones de rol cada Yo
auxiliar esta siempre en su sitio y es el protagonista el único que se “pasea
por los roles haciéndose cargo de las diferentes posiciones por sí mismo. Pero
realmente falta el cambio de rol completo para el que se requiere que cuando Yo
asumo el rol del otro, a la vez, el otro asuma mi rol, así puedo experimentar
la asimetría de la relación desde ambas posiciones ya que no es sólo que Yo vea
lo que el otro hace, necesito a la vez ver como el otro puede y de hecho ocupa
mi espacio y como actuaría él desde mi posición. Este es el verdadero y pleno
poder terapéutico del psicodrama, el reajuste que se produce al intercambiar
los roles.
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