miércoles, 7 de noviembre de 2012

Conversaciones entre la Luna y el Sol


Diálogo entre grandes.

Un día estaban en el cielo, a la vista de todas las personas, la Luna y el Sol. 
Era un día más en el ciclo de la vida. Un día más pero con aspectos diferenciados de los otros días. Si era posible, los colores de la naturaleza brillaban con mayor intensidad.
La Luna se sentía plena, llena en su resplandor. El Sol brillaba como si nunca lo hubiese hecho.

De pronto el Sol le preguntó a la Luna -¿qué son esas manchas tan raras que tienes en tu rostro?
La Luna sorprendida por la pregunta le respond -Son cráteres producidos por los golpes que me han ido dando los fragmentos de otros satélites y planetas, y que por casualidad o por estar aquí me han ido impactando. ¿No los has visto antes? le preguntó al Sol.
-¡No!-, contestó el Sol. -Es más, me parece que te afean y no mereces estar en mi órbita-, le criticó el Sol.

La Luna se sentía dolida y apenas podía responder. Sentía que su compañero de viaje desde hacía ya bastante tiempo se había dado cuenta de algo que ella ya había aceptado y que consideraba una experiencia nada más, eso sí experiencia dolorosa, por los golpes que había recibido. Tras reflexionar sobre el por qué de la nueva propuesta del Sol, le dijo a éste.

- Hay cosas del pasado que no puedo cambiar. Creía que me conocías, ahora veo que tu luz me hacía percibirte como más grande y poderoso. Sin embargo, esta nueva visn de ti no me impide que te siga teniendo aprecio.  También he visto, ya hace mucho tiempo, que tú también tienes manchas y cráteres, y nunca pensé que te rechazaría por esto. Es más, si yo me muestro de esta forma es en parte porque tú me iluminas y por tanto soy quien soy entre otras cosas por los rayos de luz que reflejo, y esos rayos... Amigo mío, son tuyos.

Ángel 2012

sábado, 7 de julio de 2012

San Fermín.- ¿Problemas? Sí gracias.

Problemas personales y Relacionales.
Problemas que brotan de condiciones malsanas de la familia y la sociedad.
La persona infeliz lo es por las deficiencias de los grupos naturales en los que se crió, para recuperar la felicidad (salud –mental- ¿o general?) es preciso un grupo humano (terapéutico) donde restablezca su vitalidad personal íntima y su potencial social y cultural.
El grupo (aquí hablamos de psicodrama, luego psicodramático, aunque, ¿por qué no? Cualquier grupo) es un laboratorio vivencial en el que los protagonistas encuentran la oportunidad de revivir experiencias malsanas de su vida para reintegrarlas saludablemente con la cooperación de todo el grupo.

La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como unas palabras bondadosas"
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis.

Un psicodrama fallido.

Porque también debemos reconocer nuestros fracasos, y para hacer realidad que los errores son lo que más nos enseña.
Presentamos un trabajo psicodramático que aparentemente no ha servido, lejos de ayudar parece haber aumentado la angustia y el malestar.
Unos días después de elaborar psicodramáticamente una escena presentada por un pequeño grupo, en la que uno de ellos se convierte en protagonista, este expresa su siguiente valoración de la experiencia vivida, en toda la crudeza de su literal expresión:
<< Esto es como sumergirse en la mierda hasta los ojos y regocijarse en ella, que claro, ya ves como sales... y luego te tienes que duchar. >>
Parece un  comentario que nos habla de una muy mala experiencia personal, que lejos de haber ayudado a recomponer una mala vivencia se ha limitado a recrudecerla, actualizar el sufrimiento ligado a la misma, con la única consecuencia de generar una necesidad de compensación neurótica que lave el sufrimiento para continuar sobrellevando la angustia; sin mirarla.
¿Por qué este resultado?
En primer lugar, probablemente, porque en este caso no se ha respetado el tiempo psicodramático del protagonista, en realidad el director se ha equivocado al permitir que la presión del grupo arrastre a un miembro a ser protagonista de algo que realmente no ha presentado para ser trabajado. Ciertamente no se ha opuesto, pero bien sabemos que no oponerse no es querer. Podemos asegurar que en este caso nos ha faltado un paso de caldeamiento necesario para que el protagonista de la escena desarrolle la necesidad de querer recomponer una vivencia que, indudablemente, para él fue muy importante y que ha definido un aspecto importante de su modo de asumir los roles relacionales.
Probablemente, en lugar de pasar, sin solución de continuidad, de la escena colectiva elaborada por el grupo a la escena personal, hubiera sido necesario un trabajo previo para favorecer la aproximación del protagonista a su escena, desde la labor de investigación social, que le hubiese permitido tomar contacto con todo el potencial emocional que le suponía, permitiendo en cada uno de los pasos percibir la emoción y validar si está preparado para confrontarla, si siente la necesidad de encontrar alternativas dentro de la escena y como consecuencia no solo presta su aquiescencia para seguir adelante, si no que realmente siente el deseo, y quiere avanzar, sobre la situación  vivida.
Quizás, desde otras posiciones teóricas, la vivencia emocional de este caso no sólo no sea cuestionable sino que incluso se considere muy adecuada y terapéutica, pero, precisamente, la práctica del Psicodrama Clásico Moreniano, en esto marca una diferencian, ya que no solo se trata de respetar los tiempos del protagonista si no que se parte de la convicción, de base existencial y humanista, de que el proceso terapéutico sólo es efectivo si se desarrolla en el  momento que la capacidad y potencialidad de la persona está preparada para realizarlo, sólo entonces el avance es efectivo, no exento de momentos difíciles incluyendo su emocionalidad y “sufrimiento” terapéutico, que en última instancia son necesarios, pero cuando están al servicio de las necesidades del paciente, no del terapeuta o del público.
Personalmente, lo que considero que aprendemos de este caso es la necesidad de respetar cada uno de los pasos del psicodrama, cuando la emoción nos lleva a abreviar, a saltarnos pasos, la acción deja de fluir, los sentimientos se hace innecesariamente angustiosos y dejan de estar al servicio del autentico proceso terapéutico. Esto, también es especialmente relevante cuando no respetamos el sistemático y, a veces tedioso, proceso del cambio de roles y permitimos que en lugar de que el protagonista nos muestre la actuación de cada uno de los roles de “su” escena, permitimos que simplemente los relate, desposeyéndolos de su emoción, o los improvisen los Yo Auxiliares desde su propia vivencia / escena interferente.

martes, 26 de junio de 2012

Seminario de Psicodrama Transgeneracional.

Una muy grata experiencia.
Sábado 12 de mayo y Domingo 13 de 2012.
Tenemos el placer de participar en el Seminario de Psicodrama Transgenracional que realiza en Madrid, Manuela Maciel, Directora de Psicodrama y Conductora de grupos desde hace 20 años. Formada en Psicogenealogía con la Profesora Anne Ancelin Schutzenberge.
En el Psicodrama Transgeneracional se trabaja con el coinconsciente familiar (J.L Moreno), las lealtades invisibles (Boszormenyi Nagy) y  los modelos repetitivos resultantes de tareas inconclusas del pasado (Zeigernick). (Nota tomada del programa difundido por las escuelas de Psicodrama Simbólico, y de Psicoterapia y Psicodrama, a quienes agradecemos la organización del seminario.)
Contando con la autorización de Manuela Maciel, queremos mostrar nuestra experiencia en seminario que indudablemente fue gratificante y enriquecedora.
El aspecto del seminario que más llamó nuestra atención fue la introducción en la técnica psicodramática de los Auxiliares Incognitos que seguidamente queremos comentar.
La técnica de los Auxiliares Incognitos se basa en el inicio simbólico de la dramatización mediante la conformación de la situación psicodramática de partida mediante un conjunto de Auxiliares cada uno de los cuales desconoce el rol que representa de tal modo que su actuación se rige exclusivamente por su vivencia emocional y la resonancia que la configuración del escenario le trasmite.
Habitualmente, se comienza con una fase de entrevista a la protagonista amplia y profunda. En la entrevista la protagonista describe el conflicto sobre el que desea trabajar, habitualmente será una configuración familiar, en la que serán presentados los diferentes grados familiares expresando no solo los vínculos familiares si no, también, los emocionales, tanto con el protagonista, como entre los diferentes familiares vinculados entre sí.
Toda esta fase de entrevista cumple, en sí misma, una etapa de caldeamiento, tanto para el protagonista, como para el grupo participante y de entre ellos quienes serán los auxiliares incognitos.
A la conclusión de la fase de entrevista, la protagonista junto a la directora deciden los Auxiliares Incognitos que comenzarán la escenificación. Conjuntamente elaboran la lista de roles y auxiliares que representará cada uno de ellos.
Seguidamente, se inicia la preparación de la escena, es el protagonista quien mediante un ritual de activación psicodramática, no verbal, introduce y sitúa en la escena a cada uno de los Auxiliares Incógnitos, cuidando de no comunicar en ningún modo nada sobre el rol que deben desempeñar.
Una vez incorporados todos los auxiliares se inicia la fase creativa, espontanea, en la cual cada Auxiliar actúa desde su posición inicial tal y como siente que la escena se lo inspira. Esta actuación inicial es completamente libre y espontánea, pudiendo darse tanto interacción espacial, como de contacto, verbal o no verbal. En esta fase se hacen evidentes las relaciones invisibles entre los auxiliares que demuestran tener un gran valor simbólico en relación con la escena latente que el protagonista trae.
De la fase de acción espontanea, en el momento apropiado, se pasa a la fase psicodramática propiamente dicha, conducida por el director del psicodrama. En esta fase se puede comenzar pidiendo a cada Auxiliar Incognito que exprese su acción y emociones sentidas en la actuación inicial. Cada uno de ellos aportará su compresión de la situación y la vivencia percibida de los demás participantes, esta expresión, aún desde los roles desconocidos, puede ser muy inspiradora y tener una enorme fuerza para el protagonista, quien en este momento pude comenzar a expresar como se siente, en relación con cada auxiliar.
A partir de este momento se comienza  a manifestar el potencial terapéutico del psicodrama en curso, inspirando al protagonista los ajustes de rol adecuados en relación con cada auxiliar y rol participante.
Conforme avanza la acción a través de la interacción del protagonista con los diferentes roles, se comenzará a hacer evidente el rol desempeñado por cada Auxiliar Incognito. Cuando la acción de modo natural lo hace conveniente se va informando a los Auxiliares del rol del que son portadores. A partir de este momento la escena psicodramática continua siguiendo la técnica del psicodrama tradicional, incluso abriendo nuevas escenas si el proceso terapéutico así lo requiere.
Tras haber experimentado esta modalidad, nueva para nosotros, hemos podido comprobar la potencia adicional que la fase Incógnita aporta, permitiendo una expresión desde lo simbólico que de otro modo es más difícil de alcanzar. Para nosotros, ha sido una experiencia muy interesante pensamos que es una técnica innovadora que, especialmente en el tratamiento de conflictos familiares, puede resultar muy útil para favorecer que el protagonista salga de la visión, habitualmente racionalizada, de sus roles familiares.
Finalmente, nuestro agradecimiento y afectuoso abrazo a Manuela Maciel por la estimulante y gratificante experiencia que nos brindo.

jueves, 24 de mayo de 2012

Encuentro Psicodramático.

Una experiencia muy querida.


Sábado 19 de mayo de 2012.
Encuentro intimista, reducido grupo en el que se pueden crear vínculos. Vínculos dentro de la historia vincular del grupo, pedazo desprendido de su grupo matriz, para dar lugar a una matriz psicodramática propia, autónoma y propicia para la creación… in estatus nascendi.
Desde la cordialidad social, de a poco, los vínculos se estrechan, nace la confianza y la intimidad se hace propicia para las confidencias, para hablar de lo Divino y de lo Humano.
Existe interés y confianza para compartir historias personales, el emergente grupal se articula en torno a de las dificultades en las relaciones, especialmente el impacto de los otros sobre nuestra armonía. ¿Por qué en ocasiones nuestra armonía se perturba? Racionalmente entendemos el proceso, el problema, incluso sabemos cómo manejarnos con él, pero… nos sentimos mal, el miedo percibido en el otro, la demanda imposible de satisfacer, el reproche o el menos precio, estamos vacunados contra ellos, pero no deja de dolernos, nos trae angustia, tristeza, enfado.
Trabajamos sobre tres situaciones, aparentemente independientes, pero que comparten este emergente grupal.
En la primera de ellas el protagonista no alcanza a satisfacer la necesidad del familiar próximo, se entremezclan los problemas materiales, económicos, y los afectivos, se descubre una historia de abandono y pérdida que afecta a ambos, el protagonista quiere separar la demanda material de la afectiva, pero son inseparables, es necesario incorporar comprensión y renuncia, para que el cariño, apoyado sobre la aceptación, pueda fluir. Reconocer derechos en el otro difíciles de asumir, aceptar la autonomía e independencia del otro, dar más para llegar a recibir. La dramatización, a lo largo de una sucesión de tres escenas, permite vivenciar todos los procesos dolorosos que han dado lugar al alejamiento e incomunicación actual y permiten percibir los cambios que se puede ir incorporando para comenzar a trasformar la situación.
Se aprecia que no se ha podido alcanzar el núcleo del problema del protagonista, no obstante, se abren nuevos caminos que invitan a ser recorridos en los que se puede encontrar un alivio al sufrimiento y una mejora de la relación.
En la Segunda el protagonista siente la angustia cuando el reproche se hace presente, angustia que resulta paralizante y hace crecer el conflicto que se prolonga en el tiempo con gran sufrimiento. En este caso, en encuentros familiares el protagonista siente la necesidad de defender su espacio, del modo que sabe hacerlo, pero esta defensa da lugar a la ofensa en el otro, seguida del reproche y diferentes expresiones de menos precio hacia el protagonista que siente como pierde todo su valor siendo presa de la angustia paralizante. Esta escena actual con el familiar se enlaza con una escena de adolescencia en la que el padre, se muestra des-afectuoso, pensando sólo en sí mismo, y con reproches sancionadores hacia el protagonista. En esta escena el protagonista descubre porque le afecta tanto el reproche, la necesidad de diferenciarse de la figura del padre, necesidad que se prolonga en deseo de independencia entremezclado con interés por los otros y necesidad de aprobación. Regresando a la escena original el protagonista descubre la respuesta apropiada ante el reproche, modos más efectivos de cuidar de su autonomía personal y un modo más personal y positivo de mostrar el interés por los demás.
En la tercera escena, el protagonista tiene que acompañar a un familiar afrontando el temor a la muerte que les resulta angustioso. Se muestran las dificultades de relación que han tenido, el elevado grado de exigencia y una posible dureza afectiva que les ha acompañado en su relación. Se trabaja hasta en tres generaciones previas, observando el patrón relacional de disciplina y dureza afectiva a lo largo de las generaciones de ambos. La dramatización permite mostrar el afecto latente bajo la disciplina normativa, la dificultad socio cultural para mostrar en afecto en sus entornos. Se produce una reintegración de los afectos de modo que el protagonista puede recibir mensajes positivos de cada generación que le ayudan a superar su angustia, a sentirse mejor, liberado de temores ancestrales.
En la fase final, de elaboración y compartir experiencias vividas, se crea una atmosfera altamente propicia, intimista y favorecedora de la plena expresión humana, los vínculos se afianzan y hay libertad para abordar una variedad de temas desde los intereses personales hasta las preocupaciones sociales y universales. Es especialmente interesante la vinculación de las ideas de Moreno sobre el átomo social, y personal, sobre la matriz, en su enlace con un universo que no solo continúa siéndonos desconocido sino, incluso, debemos reconocer como inabarcable, para las capacidades humanas. Ante la inmensidad de la trascendencia, trascendencia más allá de los límites de nuestro conocimiento, o de nuestras capacidades, tanto personalmente, como en tanto que seres humanos, no nos puede caber más que el máximo respeto, por todo lo Divino y Humano.
Un afectuoso abrazo para todos los participantes.

jueves, 17 de mayo de 2012

Estimulando el Yo Auxiliar, (continuación del 27 de febrero).

El pasado 27 de febrero hablábamos del trabajo psicodrámatico usando Auxiliares del propio grupo elegidos por el protagonista para desempeñar un rol en su escena. Cuando comenzamos a trabajar con un grupo terapéutico, evidentemente, serán Auxiliares que carecen de un entrenamiento específico para realizar sus funciones psicodramáticas, por lo que se hace necesario realizar una labor de preparación previa, desde unas meras instrucciones sobre cómo deben actuar, hasta una completa preparación -sobre la marcha-, por inmersión, en la que puedan desarrollar las habilidades necesarias al mismo tiempo que se incorporan a las escenas.
Lo más evidente puede parecernos comenzar con una explicación, más o menos amplia, pero debemos observar el riesgo de que tales explicaciones coarten la creatividad y condicionen la espontaneidad para una participación necesariamente vivencial. Es por esto, que nos parece más recomendable que tal explicación, mínimamente necesaria, para comprender el trabajo que se va a realizar sea, al mismo tiempo, lo más escueta posible, breve y centrada en la representación a realizar.
Más importante que las explicaciones tendemos a considerar que es la vivencia experimentada a través de ejercicios específicos de caldeamiento para los Yo Auxiliares, estos los hacemos aún antes de iniciar la escena del protagonista, incluso antes de haberse hecho presente este, cuando todo el grupo desconoce quiénes serán Yo Auxiliares.
Lo más indicado es usar pequeñas escenas, espontaneas, en las cuales los participante se familiaricen con la representación, comiencen a mostrar lo que pasa en diferentes situaciones vivenciando lo diferente que resulta mostrar que contar. Seguidamente, en estas escenas se pueden introducir breves cambios de rol para que los participantes experimente lo que se experimenta al cambiar de rol, aprendiendo a diferenciar los aspectos que, inevitablemente, se trasportan del rol original, los que se toman del rol adquirido, los que no pueden tomarse, la dificultad para reproducir la genuina expresión del rol al que se cambia.
Todo ello permite tomar conciencia y experiencia de la necesidad de escuchar con atención, más que escuchar captar, al rol; para, llegado el momento, poder mostrar dicho rol del modo que sea útil al protagonista.
Una vez que mediante estas escenas el grupo se ha familiarizado, primero con el desempeño del rol y luego con el cambio del rol el grupo estará preparado para bordar su primer desarrollo psicodramático.
Es importante para el Director tener en cuenta que en estos casos de los tres papeles habituales del Yo Auxiliar: Desempeño de roles, Agente Terapéutico e Investigador Social, el primer objetivo es satisfacer el primero de ellos. La función de agente terapéutico deberá ir guida de la mano del Director quien a través de sutiles indicaciones será quien marque al Yo Auxiliar “amateur” el momento de añadir algo. Finalmente, la función de investigador social, probablemente no pueda ser realizada durante bastante tiempo, hasta no haber completado el proceso de adquisición de rol diferenciado en el grupo.
El desarrollo de la escena psicodramática, también está afectado por la participación de Auxiliares no entrenados. En primera instancia el Director debería orientar a los auxiliares para centrarse exclusivamente en la reproducción de los roles tal y como los presenta el protagonista. Esto supone hacer avanzar la dramatización de modo lento y seguro, siguiendo el esquema clásico en el que sólo el protagonista conoce a los roles “invitados”, es el quien muestra lo que hace, dice y siente cada rol en la escena.
Esto supone que la introducción de cada rol auxiliar en la escena comienza cuando el protagonista toma el rol incorporado y muestra su actuación en la escena, seguidamente el rol auxiliar es dirigido para limitarse a reproducir lo más fielmente posible el rol tal y como lo ha mostrado el protagonista, que no es poco.
Sistemáticamente el protagonista irá tomando cada rol y mostrando su actuación.
 Solo cuando todo los roles han sido mostrados la escena avanza.
Pero la cuestión es ¿cómo avanza la escena si todos los participantes se limitan a reproducir los roles presentados y asignados sin aportar nada nuevo?. Precisamente, esta es la clave del psicodrama clásico es el propio protagonista quien al desempeñar los diferentes roles alcanza una nueva comprensión de la escena y es el mismo quién sentirá la necesidad de incorporar los necesarios cambios, posiblemente tras experimentar en profundidad una variedad de emociones, eventualmente de alta intensidad.
La variedad de técnicas complementarias a las que puede recurrir el Director, son para el protagonista, y están a su servicio, son útiles en la medida que ayudan a vivir diferentes aspectos de la escena.
Hay que vivirlo para creerlo.

jueves, 19 de abril de 2012

Reflexiones para bien pensar.

Vendrán más años malos
y nos harán más ciegos;
vendrán más años ciegos
y nos harán más malos.
Vendrán más años tristes
y nos harán más fríos
y nos harán más secos
y nos harán más torvos.
Hoy queremos proponer algunas reflexiones para pensar, tomadas prestadas de Rafael Sánchez Ferlosio, del libro que lleva por título los anteriores versos, tomadas con el permiso de las reflexiones compartidas. Hoy más que nunca vivimos tiempos propicios para pensar. ¿Propicios? quizá los menos propicios, pero… más necesario que nunca.
¡Cómo os habéis equivocado siempre! Era al afán, al trabajo, al quebranto, a la fatiga; no al sosiego, ni a la holganza, ni al goce, ni a la hartura, a quienes teníais que haberles preguntado: <<¿Para qué seréis?>>.
Conforme a la moral de la perfección, el movimiento de la bondad cambia al sujeto en cada una de sus obras, le hace ser otro, nuevo, mejor y diferente cada vez. Ser bueno aparejará, entonces, dejar de parecerse a sí mismo, al menos un poquito cada día. En consecuencia, ya el mero seguir siendo idéntico a sí mismo es ser peor que uno mismo. Y complacerse en ello es abyección.
Todo ya se me va  antojando tan imaginario, que nada puede perder siendo fingido, como nada puede ganar siendo real.
Lo más sospecho de las soluciones es que se las encuentra siempre que se quiere.
Todo pura comedia: ni la cigarra era feliz cantando ni la hormiga necesitaba para nada el trigo almacenado, por necedad cantaba la primera, por necedad se afanaba la segunda.
¿Por qué me suscita siempre la impresión de un actor que sobre actúa quien declara no estar ejerciendo otro papel (rol) que el de objetivo expositor de la realidad o imparcial mensajero de los hechos?
El mundo se nos está volviendo tan ajeno y tan inhóspito, que pronto seremos los hombres, los terrestres mismos, los que mirando y señalando al planeta más remoto digamos: <<¡Mi casa! ¡Mi casa!>>.
Sin embargo…, ¡oh, sin embargo!, parecen adivinarse aquí y allá dispersas, débiles, inciertas huellas de que ha habido, de que ha podido haber, o por lo menos ha querido haber, alguna vez un mundo.
¡Oh! Que ilusión Querer, ideal sueño imaginario, despierta y comienza a querer, querer.
Lo llaman <<perro>> o <<rata>> para anticiparle, encima, la figura con la que un día podrán matarlo a palos. ¡Pobre burro!
El miedo a la muerte es lo que, al fin, hace a los hombres temer y acatar al Estado hasta la indignidad. Porque es una bestia que muere matando, todos la odian viva, pero más les aterra moribunda.
Quien dice de su enemigo: <<NO entiende más lenguaje que el de la violencia>> nos está descubriendo sin querer lo que, a su vez, de sí mismo se afana en ignorar: que él tampoco conoce otro lenguaje que ése. De lo contrario, no llamaría lenguaje al de las armas.
Cuando la acción se ha vuelto inercia y rutina, ya sólo la omisión es resistencia, deliberación y libertad.
El niño que osó decir <<El emperador está desnudo>>, ¡ay! Acaso estaba también pagado por el propio emperador.

martes, 27 de marzo de 2012

La Culpa Materna

Culpable por no ser suficientemente bueno.


Culpable ante el otro, ante la vida… ante sí mismo.


El protagonista siente que no cumple suficientemente, le resulta imposible negarse ante cualquier petición, decir no le hace sentir mal, sentirse culpable.

Lo interesante de este trabajo psicodramático es que no se trabaja sobre escenas reales, todo el trabajo se realiza en torno a las fantasías que vive el protagonista en la duermevela. No se trabajan sueños propiamente dichos, si no los diálogos que revive el protagonista cuando el insomnio le impide dormir.


La situación que propone el protagonista es una situación laboral, hay un importante trabajo que no va a dar tiempo a concluir por lo que el responsable pide trabajo extra al equipo, incluso durante el fin de semana, algunos compañeros se excusan alegando motivos personales inaplazables, pero el protagonista se ve atrapado, también tiene compromisos familiares pero no se atreve a decir que no puede trabajar durante el fin de semana; además de tener que trabajar se siente muy culpable, de modo ambivalente, por una parte porque el trabajo no estará hecho y por otra parte por abandonar a su familia.

Todo ello le produce mucha ansiedad que se traduce en varias noches de insomnio, lo que se expresa cargado de emoción. Por esto el director decide comenzar a trabajar por las noches de insomnio, pide al protagonista que describa como es ese tiempo en el que está en la cama dándole vueltas al problema sin poder dormir.

Tenemos la escena en la cama, a la que se incorporan roles auxiliares que representan los personajes con los que la protagonista va manteniendo diálogos. Su pareja que se queja del abuso laboral, los compañeros que presentan excusas, el responsable del trabajo que exige esfuerzos extra. El justificándose, descuidando la vida familiar, culpándose, enfadándose. La culpa toma su propio papel y se manifiesta como sensación física activadora, opresión y acción.
Se incorporan a la escena las voces familiares, mensajes de la madre remarcando las normas, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, primero la obligación y luego la devoción.

Mediante el Yo auxiliar que representa al responsable del trabajo se intensifica la exigencia, se hace más y más demandante hasta ser inabarcable, esta escalada de exigencia propicia el cambio en la respuesta, es imposible no poner límite, ahora puede incorporar la negativa ante la demanda creciente. Esta experiencia de negación se traslada al diálogo con la madre.

Se desarrollo a una secuencia de cambios de rol con la madre para confrontar su exigencia normativa, ahora el protagonista puede poner límites a la exigencia de su madre recuperando su autonomía, revalida su propio valor en sí mismo, su derecho a la libertad de elección y a su propia satisfacción.

Tras este trabajo con la figura de la madre puede volver a su dialogo laboral, ahora puede marcar sus limites desde su capacidad de decisión, puede hacerse responsable sin culpabilidad.
El trabajo realizado en la acción psicodramática posteriormente será completado en una elaboración personal durante el sueño, según informa días después el protagonista.

lunes, 26 de marzo de 2012

Elaboración Psicodramática: Conflicto en la pertenencia al grupo

Yo ante el grupo, la experiencia de rechazo, la angustia, el temor a no ser aceptado, parálisis, ausencia de iniciativa, falta de habilidad para el contacto social.
El protagonista presenta su conflicto ante grupos de profesionales con los que se relaciona habitualmente, experimenta dificultad para relacionarse en el grupo de iguales, temor ante figuras de autoridad, buscando refugio en el aislamiento, con una fuerte sensación de incomodidad y automensajes desvalorizadores.
Nos trae una escena manifiesta, en la se muestra en una pausa para el café de una reunión de trabajo, varios grupos se presentan y comentan de modo informal en un dialogo social. El protagonista siente estupor ante la situación, se ve incapaz de participar en el contacto social, observa desde lejos, sintiendo amenazante la situación. En un soliloquio muestra su dialogo interno, “otra vez aislado”. Denota falta de protección, inseguridad, miedo, no saber cómo iniciar el contacto ni como mantenerlo.
Buscamos antecedentes de esta incapacidad en el ejercicio del rol social. Pasamos a una escena de transición a la edad de 14 años. Un grupo de compañeros muestra su desprecio. Un abierto rechazo, que confirma una tendencia ya instalada hacia el aislamiento. El patrón de relación a esta edad es escuchar y no hablar. Elaboramos el temor a la expresión. El cambio de rol con los que rechazan muestra como esos silencios son vividos de modo incomodo y propician el rechazo. El protagonista puede elaborar como su presentación al grupo promueve rechazo, al mismo tiempo percibe su valor personal y su propia capacidad para mostrarse de otro modo. En esta fase hacemos una elaboración instrumental en la que puede comenzar a experimentar otros patrones de relación desde su propia acción, se asimila como el rechazo puede ser controlado desde sí mismo, no quedando expuesto a una voluntad ajena, fuera de control.
La elaboración intelectual resulta efectiva, pero es incapaz de eliminar el temor y la ansiedad, puede actuar de otro modo pero resulta inseguro, artificial, y no permite superar la incomodidad de la situación. Se hace necesario abordar el conflicto latente.
Se presenta una nueva escena, a los 5 años, con el nacimiento de un hermano, el protagonista es desplazado en la relación familiar, aquí se origina un fuerte conflicto de perdida, vivido como desamparo y culpabilidad, especialmente desde el padre. El valor perdido, la angustia de la maldad, la falta de protección, la pérdida del rol ante el igual y el refugio en el aislamiento culpable. En la elaboración dramática se recupera el rol protector de la madre, el padre otorga un nuevo permiso para ser ante el otro y se restaura el vínculo fraternal roto. El encuentro del Yo adulto actual con el Yo niño del trauma permite que el adulto fortalezca al niño y que el niño recupere la espontaneidad sobre el adulto.
El adulto, portador del poder y del permiso paterno, acompaña el niño hasta la escena de transición ante la cual da valor, confianza, derecho y permiso para su expresión espontanea, se hace capaz de responder al rechazo y de dar vigor al rol relacional que ahora pierde el temor y la ansiedad pudiendo expresarse de forma adecuada espontáneamente.
Finalmente, recuperamos la escena manifiesta en la que se consolida un nuevo patrón de relación experimentando el ser no sólo aceptado sino valorado y apreciado.

lunes, 27 de febrero de 2012

El Yo Auxiliar en la escena Psicodramática

El Yo Auxiliar, Actor, Agente Terapéutico e Investigador Social.
El Yo auxiliar realiza un papel esencial en la escena psicodramática, en primer lugar representa los roles que el protagonista necesita para mostrar completamente su escena, en este sentido está al servicio del protagonista y su norma es reproducir lo que el protagonista presenta, sin modificar ni añadir nada de su propia “cosecha”, lo que contaminaría la escena. En este sentido podríamos decir que su mejor cualidad es la empatía para situarse en el papel asignado y sintonizar sus emociones con las emociones presentadas por el protagonista en los distintos roles simbólicos que incorpora a la escena.
Por otra parte, esperamos que el Yo auxiliar sea agente terapéutico, en este sentido está al servicio del Director del Psicodrama. Pero inevitablemente este es un rol que entra en conflicto con el anterior. Se confronta con la paradoja ser fiel al protagonista o añadir su buen hacer para impulsar el proceso terapéutico, el buen Director sabrá modular esta función para que no desvirtúe la primera, pero la regla parece que, en todo caso, antes debe ser la fidelidad al protagonista que las buenas intenciones terapéuticas.
En tercer lugar, se enuncia la función de investigador social, quizá la más difícil de comprender y, por lo tanto de realizar. Pero aún Moreno destacó mucho la importancia de esta función en la cual no se trata de una investigación abstracta si no de la real y concreta investigación en la propia escena poniendo de manifiesto los contenidos latentes de las relación con el protagonista, se trata de un complemento de la mera actuación, como reproducción, además de reproducir el contenido manifestado por el protagonista el yo auxiliar puede poner de manifiesto el contenido latente, para hacer evidente ante el protagonista el resultado de la interacción mutua, el instrumento para ello es mostrar, poner en palabras y en acción, la emoción que activa la escena en el yo auxiliar cuidando de que sea una emoción legitima vinculada al papel desempeñado. Nuevamente esta es una función al servicio del protagonista que haciendo uso de los lazos tele permite al yo auxiliar revelar lo latente.
Una cuestión clave en la práctica es el uso de Yo auxiliares entrenados “profesionalizados” frente a Yo auxiliares del grupo. Parece que las funciones del Yo auxiliar tienen cierta especialización y requieren de cierto cuidado en su ejecución, necesitan un “saber hacer” que parece aconsejar el uso de Yo auxiliares entrenados, y en efecto así lo hacía Moreno en sus comienzos y durante mucho tiempo, pero actualmente en los grupos de formación y terapéuticos es más frecuente, probablemente por razones prácticas, el uso de yo auxiliares del propio grupo expresamente elegidos para cada papel por el propio protagonista.
Este uso de personas del grupo presenta la ventaja de la espontaneidad y de favorecer la proyección del protagonista a través de sus elecciones, lo que da un mayor significado simbólico y refuerza el vinculo entre el protagonista y los Yo auxiliares, aún a costa de incurrir en el riesgo técnico y la posibilidad de que el Yo auxiliar se aventure en terrenos creativos que desvirtúen la escena o lance mensajes que puedan perturbar al protagonista, indudablemente todo ello exige una grado de atención y rapidez de acción especial por parte del Director . En síntesis es un riesgo para el director que debe tener una gran capacidad y habilidad para reconducir a tiempo cualquier desliz de los Yo auxiliares.
La idea de incorporar Yo auxiliares del propio grupo, especialmente en los grupos terapéuticos y la confianza de que estos desempeñen adecuadamente las tres funciones hace necesario que el Director psicodramático realice una cuidadosa introducción del modo en que se va a desarrollar la acción dramática. Es necesario explicar claramente cómo se desarrolla la acción, como se elegirán actores que realizarán la función de Yo auxiliar y lo que se espera de ellos. Y explicarlo en un modo adaptado a la disposición y cualidades del grupo.
Intuimos la necesidad de incorporar ejercicios de caldeamiento específicos para los Yo auxiliares invirtiendo un tiempo y un espacio suficientemente amplio para preparar al grupo para el proceso psicodramático.
Ahora, necesitaríamos que se aporten ideas para el modo de hacer esta preparación de un grupo terapéutico para comenzar a trabajar con psicodrama, dejamos abierta esta cuestión en espera de ideas que podamos ir aportando, necesitamos palabras, expresiones, acciones y ejercicios de caldeamiento para introducir a un grupo terapéutico en el psicodrama y activar las cualidades de los participantes para que puedan actuar apropiadamente como Yo auxiliares sin haber seguido un entrenamiento específico previo. Todo un desafío.