jueves, 24 de mayo de 2012

Encuentro Psicodramático.

Una experiencia muy querida.


Sábado 19 de mayo de 2012.
Encuentro intimista, reducido grupo en el que se pueden crear vínculos. Vínculos dentro de la historia vincular del grupo, pedazo desprendido de su grupo matriz, para dar lugar a una matriz psicodramática propia, autónoma y propicia para la creación… in estatus nascendi.
Desde la cordialidad social, de a poco, los vínculos se estrechan, nace la confianza y la intimidad se hace propicia para las confidencias, para hablar de lo Divino y de lo Humano.
Existe interés y confianza para compartir historias personales, el emergente grupal se articula en torno a de las dificultades en las relaciones, especialmente el impacto de los otros sobre nuestra armonía. ¿Por qué en ocasiones nuestra armonía se perturba? Racionalmente entendemos el proceso, el problema, incluso sabemos cómo manejarnos con él, pero… nos sentimos mal, el miedo percibido en el otro, la demanda imposible de satisfacer, el reproche o el menos precio, estamos vacunados contra ellos, pero no deja de dolernos, nos trae angustia, tristeza, enfado.
Trabajamos sobre tres situaciones, aparentemente independientes, pero que comparten este emergente grupal.
En la primera de ellas el protagonista no alcanza a satisfacer la necesidad del familiar próximo, se entremezclan los problemas materiales, económicos, y los afectivos, se descubre una historia de abandono y pérdida que afecta a ambos, el protagonista quiere separar la demanda material de la afectiva, pero son inseparables, es necesario incorporar comprensión y renuncia, para que el cariño, apoyado sobre la aceptación, pueda fluir. Reconocer derechos en el otro difíciles de asumir, aceptar la autonomía e independencia del otro, dar más para llegar a recibir. La dramatización, a lo largo de una sucesión de tres escenas, permite vivenciar todos los procesos dolorosos que han dado lugar al alejamiento e incomunicación actual y permiten percibir los cambios que se puede ir incorporando para comenzar a trasformar la situación.
Se aprecia que no se ha podido alcanzar el núcleo del problema del protagonista, no obstante, se abren nuevos caminos que invitan a ser recorridos en los que se puede encontrar un alivio al sufrimiento y una mejora de la relación.
En la Segunda el protagonista siente la angustia cuando el reproche se hace presente, angustia que resulta paralizante y hace crecer el conflicto que se prolonga en el tiempo con gran sufrimiento. En este caso, en encuentros familiares el protagonista siente la necesidad de defender su espacio, del modo que sabe hacerlo, pero esta defensa da lugar a la ofensa en el otro, seguida del reproche y diferentes expresiones de menos precio hacia el protagonista que siente como pierde todo su valor siendo presa de la angustia paralizante. Esta escena actual con el familiar se enlaza con una escena de adolescencia en la que el padre, se muestra des-afectuoso, pensando sólo en sí mismo, y con reproches sancionadores hacia el protagonista. En esta escena el protagonista descubre porque le afecta tanto el reproche, la necesidad de diferenciarse de la figura del padre, necesidad que se prolonga en deseo de independencia entremezclado con interés por los otros y necesidad de aprobación. Regresando a la escena original el protagonista descubre la respuesta apropiada ante el reproche, modos más efectivos de cuidar de su autonomía personal y un modo más personal y positivo de mostrar el interés por los demás.
En la tercera escena, el protagonista tiene que acompañar a un familiar afrontando el temor a la muerte que les resulta angustioso. Se muestran las dificultades de relación que han tenido, el elevado grado de exigencia y una posible dureza afectiva que les ha acompañado en su relación. Se trabaja hasta en tres generaciones previas, observando el patrón relacional de disciplina y dureza afectiva a lo largo de las generaciones de ambos. La dramatización permite mostrar el afecto latente bajo la disciplina normativa, la dificultad socio cultural para mostrar en afecto en sus entornos. Se produce una reintegración de los afectos de modo que el protagonista puede recibir mensajes positivos de cada generación que le ayudan a superar su angustia, a sentirse mejor, liberado de temores ancestrales.
En la fase final, de elaboración y compartir experiencias vividas, se crea una atmosfera altamente propicia, intimista y favorecedora de la plena expresión humana, los vínculos se afianzan y hay libertad para abordar una variedad de temas desde los intereses personales hasta las preocupaciones sociales y universales. Es especialmente interesante la vinculación de las ideas de Moreno sobre el átomo social, y personal, sobre la matriz, en su enlace con un universo que no solo continúa siéndonos desconocido sino, incluso, debemos reconocer como inabarcable, para las capacidades humanas. Ante la inmensidad de la trascendencia, trascendencia más allá de los límites de nuestro conocimiento, o de nuestras capacidades, tanto personalmente, como en tanto que seres humanos, no nos puede caber más que el máximo respeto, por todo lo Divino y Humano.
Un afectuoso abrazo para todos los participantes.

jueves, 17 de mayo de 2012

Estimulando el Yo Auxiliar, (continuación del 27 de febrero).

El pasado 27 de febrero hablábamos del trabajo psicodrámatico usando Auxiliares del propio grupo elegidos por el protagonista para desempeñar un rol en su escena. Cuando comenzamos a trabajar con un grupo terapéutico, evidentemente, serán Auxiliares que carecen de un entrenamiento específico para realizar sus funciones psicodramáticas, por lo que se hace necesario realizar una labor de preparación previa, desde unas meras instrucciones sobre cómo deben actuar, hasta una completa preparación -sobre la marcha-, por inmersión, en la que puedan desarrollar las habilidades necesarias al mismo tiempo que se incorporan a las escenas.
Lo más evidente puede parecernos comenzar con una explicación, más o menos amplia, pero debemos observar el riesgo de que tales explicaciones coarten la creatividad y condicionen la espontaneidad para una participación necesariamente vivencial. Es por esto, que nos parece más recomendable que tal explicación, mínimamente necesaria, para comprender el trabajo que se va a realizar sea, al mismo tiempo, lo más escueta posible, breve y centrada en la representación a realizar.
Más importante que las explicaciones tendemos a considerar que es la vivencia experimentada a través de ejercicios específicos de caldeamiento para los Yo Auxiliares, estos los hacemos aún antes de iniciar la escena del protagonista, incluso antes de haberse hecho presente este, cuando todo el grupo desconoce quiénes serán Yo Auxiliares.
Lo más indicado es usar pequeñas escenas, espontaneas, en las cuales los participante se familiaricen con la representación, comiencen a mostrar lo que pasa en diferentes situaciones vivenciando lo diferente que resulta mostrar que contar. Seguidamente, en estas escenas se pueden introducir breves cambios de rol para que los participantes experimente lo que se experimenta al cambiar de rol, aprendiendo a diferenciar los aspectos que, inevitablemente, se trasportan del rol original, los que se toman del rol adquirido, los que no pueden tomarse, la dificultad para reproducir la genuina expresión del rol al que se cambia.
Todo ello permite tomar conciencia y experiencia de la necesidad de escuchar con atención, más que escuchar captar, al rol; para, llegado el momento, poder mostrar dicho rol del modo que sea útil al protagonista.
Una vez que mediante estas escenas el grupo se ha familiarizado, primero con el desempeño del rol y luego con el cambio del rol el grupo estará preparado para bordar su primer desarrollo psicodramático.
Es importante para el Director tener en cuenta que en estos casos de los tres papeles habituales del Yo Auxiliar: Desempeño de roles, Agente Terapéutico e Investigador Social, el primer objetivo es satisfacer el primero de ellos. La función de agente terapéutico deberá ir guida de la mano del Director quien a través de sutiles indicaciones será quien marque al Yo Auxiliar “amateur” el momento de añadir algo. Finalmente, la función de investigador social, probablemente no pueda ser realizada durante bastante tiempo, hasta no haber completado el proceso de adquisición de rol diferenciado en el grupo.
El desarrollo de la escena psicodramática, también está afectado por la participación de Auxiliares no entrenados. En primera instancia el Director debería orientar a los auxiliares para centrarse exclusivamente en la reproducción de los roles tal y como los presenta el protagonista. Esto supone hacer avanzar la dramatización de modo lento y seguro, siguiendo el esquema clásico en el que sólo el protagonista conoce a los roles “invitados”, es el quien muestra lo que hace, dice y siente cada rol en la escena.
Esto supone que la introducción de cada rol auxiliar en la escena comienza cuando el protagonista toma el rol incorporado y muestra su actuación en la escena, seguidamente el rol auxiliar es dirigido para limitarse a reproducir lo más fielmente posible el rol tal y como lo ha mostrado el protagonista, que no es poco.
Sistemáticamente el protagonista irá tomando cada rol y mostrando su actuación.
 Solo cuando todo los roles han sido mostrados la escena avanza.
Pero la cuestión es ¿cómo avanza la escena si todos los participantes se limitan a reproducir los roles presentados y asignados sin aportar nada nuevo?. Precisamente, esta es la clave del psicodrama clásico es el propio protagonista quien al desempeñar los diferentes roles alcanza una nueva comprensión de la escena y es el mismo quién sentirá la necesidad de incorporar los necesarios cambios, posiblemente tras experimentar en profundidad una variedad de emociones, eventualmente de alta intensidad.
La variedad de técnicas complementarias a las que puede recurrir el Director, son para el protagonista, y están a su servicio, son útiles en la medida que ayudan a vivir diferentes aspectos de la escena.
Hay que vivirlo para creerlo.