La idea publicada en la entrada anterior me trae el recuerdo de multiples dificultades y crisis sufridas, o disfrutadas ¿quién sabe?, en el desarrollo de los grupos de formación que se basan en una formación vivencial directa.
Vivir, crecer, desarrollarse, parece que requiere sus crisis.
Ya sabemos que los grupos también tienen y siguen su propia dinámica y han de pasar por diferentes fases, altos y bajos, proximidad elástica, a veces muy unidos, a veces tan distantes. Doloroso, a veces, necesario siempre y con una recompensa final, la autonomía, la libertad, la capacidad para tomar las decisiones propias, ... en definitiva perder el miedo... miedo a ser y expresarse.
Pues bien, parece que nuestro los grupos de formación en psicodrama son especialmente vulnerables. También recorre este camino, a algunos nos ha quedado un cierta sensación de crisis tras poderosas jornadas formativas, pienso que es una sensación compartida y que por tanto tenemos que atenderla, dejarla fluir. Y es que los grupos de vivenciales no sólo nos dan una oportunidad de formación para nosotros, creo que representa el germen de algo más importante, que merece la pena cuidar, incluso por encima de nuestros puntos dislocados, ya que estos pasan, y sería lamentable que por cuestiones banales se pierda la oportunidad de ... librarnos del miedo.
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