Tras un breve parentesis, como muestra la imagen, volvemos con renovada fuerza e ilusión a retomar nuevas ideas en el BLOG del Psicodrama. Hoy queremos acercarnos con una reflexión sobre las emociones.Sabemos que una de las principales claves del poder terapéutico del psicodrama es la vivencia experiencial a través del ROL, el sentimiento que despierta y la emoción que aflora en la representación.
Es importante observar como es frecuente que la vivencia inicial que informa el protagonista, cuando le preguntamos que siente, frecuentemente no es más que una primera capa emocional, aquella de la que él es consciente en ese momento y que representa su “adaptación” emocional a la situación o conflicto. Cuando el trabajo progresa es muy habitual observar cómo tras esa primera capa aparece la emoción profunda generalmente diferente de la anterior y mucho más intensamente vivida.
Las primeras emociones nos informan del conflicto actual, como el protagonista reacciona ante sus situaciones, el trabajo psicodramático sigue esta pista para buscar el origen de esa reacción dando paso a las situaciones originales en las que conformó tal respuesta, será en esa escena primera donde encontremos la emoción profunda que verdaderamente hace comprender el conflicto de fondo y despeja el camino para un cambio vivencial.
Recuperada la emoción profunda es fácil regresar a la escena inicial en la cual ahora no habrá dificultad para mostrar la emoción profunda que da pleno sentido a la escena.
Dentro de experiencias pasadas podemos encontrar muchos ejemplos de este proceso, ahora me viene a la memoria el siguiente:
Estamos trabajando sobre una dramatización imaginaría relativa a la relación madre e hija. Se trata de una madre que espera despierta a su hija post adolescente que llega al alba. Se evidencia el conflicto de la madre que se siente preocupada pero también ignorada y poco reconocida dentro de la familia, el trabajo psicodrámatico sobre esta escena lleva a la misma situación cuando esta madre era hija y como su madre muy inflexible no toleraba ningún retraso, aquí encontramos una nueva visión de su vivencia y la rabia que le producía la inflexibilidad de su propia madre. De este modo se puede hacer presente en la escena actual el sentimiento profundo de rabia, antes enmascarado y sustituido por preocupación.
En cierto sentido podemos interpretar este proceso como un signo de que -Tenemos emociones prohibidas que aprendemos a sustituir por otras-