Diálogo entre grandes.
Un día estaban en el cielo, a la vista de todas las
personas, la Luna y el Sol.
Era un día más en el ciclo de la vida. Un día más pero con
aspectos diferenciados de los otros días. Si era posible, los colores de la
naturaleza brillaban con mayor intensidad.
La Luna se sentía plena, llena en su resplandor. El Sol
brillaba como si nunca lo hubiese hecho.
De pronto el Sol le preguntó a la Luna -¿qué son esas
manchas tan raras que tienes en tu rostro?
La Luna sorprendida por la pregunta le respondió -Son
cráteres producidos por los golpes que me han ido dando los fragmentos de otros
satélites y planetas, y que por casualidad o por estar aquí me han ido
impactando. ¿No los has visto antes? le preguntó al Sol.
-¡No!-, contestó el
Sol. -Es más, me parece que te afean y no mereces estar en mi órbita-, le
criticó el Sol.
La Luna se sentía dolida y apenas podía responder. Sentía
que su compañero de viaje desde hacía ya bastante tiempo se había dado cuenta
de algo que ella ya había aceptado y que consideraba una experiencia nada más,
eso sí experiencia dolorosa, por los golpes que había recibido. Tras
reflexionar sobre el por qué de la nueva propuesta del Sol, le dijo a éste.
- Hay cosas del pasado que no puedo cambiar. Creía que me
conocías, ahora veo que tu luz me hacía percibirte como más grande y poderoso.
Sin embargo, esta nueva visión de ti no me impide que te siga teniendo
aprecio. También he visto, ya hace mucho tiempo, que tú también tienes
manchas y cráteres, y nunca pensé que te rechazaría por esto. Es más, si yo me
muestro de esta forma es en parte porque tú me iluminas y por tanto soy quien
soy entre otras cosas por los rayos de luz que reflejo, y esos rayos...
Amigo mío, son tuyos.
Ángel 2012