jueves, 19 de abril de 2012

Reflexiones para bien pensar.

Vendrán más años malos
y nos harán más ciegos;
vendrán más años ciegos
y nos harán más malos.
Vendrán más años tristes
y nos harán más fríos
y nos harán más secos
y nos harán más torvos.
Hoy queremos proponer algunas reflexiones para pensar, tomadas prestadas de Rafael Sánchez Ferlosio, del libro que lleva por título los anteriores versos, tomadas con el permiso de las reflexiones compartidas. Hoy más que nunca vivimos tiempos propicios para pensar. ¿Propicios? quizá los menos propicios, pero… más necesario que nunca.
¡Cómo os habéis equivocado siempre! Era al afán, al trabajo, al quebranto, a la fatiga; no al sosiego, ni a la holganza, ni al goce, ni a la hartura, a quienes teníais que haberles preguntado: <<¿Para qué seréis?>>.
Conforme a la moral de la perfección, el movimiento de la bondad cambia al sujeto en cada una de sus obras, le hace ser otro, nuevo, mejor y diferente cada vez. Ser bueno aparejará, entonces, dejar de parecerse a sí mismo, al menos un poquito cada día. En consecuencia, ya el mero seguir siendo idéntico a sí mismo es ser peor que uno mismo. Y complacerse en ello es abyección.
Todo ya se me va  antojando tan imaginario, que nada puede perder siendo fingido, como nada puede ganar siendo real.
Lo más sospecho de las soluciones es que se las encuentra siempre que se quiere.
Todo pura comedia: ni la cigarra era feliz cantando ni la hormiga necesitaba para nada el trigo almacenado, por necedad cantaba la primera, por necedad se afanaba la segunda.
¿Por qué me suscita siempre la impresión de un actor que sobre actúa quien declara no estar ejerciendo otro papel (rol) que el de objetivo expositor de la realidad o imparcial mensajero de los hechos?
El mundo se nos está volviendo tan ajeno y tan inhóspito, que pronto seremos los hombres, los terrestres mismos, los que mirando y señalando al planeta más remoto digamos: <<¡Mi casa! ¡Mi casa!>>.
Sin embargo…, ¡oh, sin embargo!, parecen adivinarse aquí y allá dispersas, débiles, inciertas huellas de que ha habido, de que ha podido haber, o por lo menos ha querido haber, alguna vez un mundo.
¡Oh! Que ilusión Querer, ideal sueño imaginario, despierta y comienza a querer, querer.
Lo llaman <<perro>> o <<rata>> para anticiparle, encima, la figura con la que un día podrán matarlo a palos. ¡Pobre burro!
El miedo a la muerte es lo que, al fin, hace a los hombres temer y acatar al Estado hasta la indignidad. Porque es una bestia que muere matando, todos la odian viva, pero más les aterra moribunda.
Quien dice de su enemigo: <<NO entiende más lenguaje que el de la violencia>> nos está descubriendo sin querer lo que, a su vez, de sí mismo se afana en ignorar: que él tampoco conoce otro lenguaje que ése. De lo contrario, no llamaría lenguaje al de las armas.
Cuando la acción se ha vuelto inercia y rutina, ya sólo la omisión es resistencia, deliberación y libertad.
El niño que osó decir <<El emperador está desnudo>>, ¡ay! Acaso estaba también pagado por el propio emperador.